"Antes de viajar a Rusia, no sabíamos qué tipo de equipo estaría disponible, así que en Francia habíamos comprado una navaja, una navaja que tenía una hoja para casi todas las situaciones físicas del mundo, y para algunas de las espirituales. Estaba equipada con hojas que eran tijeras, con hojas que eran limas, punzones, sierras, abrelatas, abrebotellas, sacacorchos, herramientas para sacar piedras de los cascos de un caballo, una hoja para comer y una hoja para asesinar, un destornillador y un formón. Con ella se podía reparar un reloj o el Canal de Panamá. Era la navaja más maravillosa que nadie había visto nunca, y ya la teníamos durante casi dos meses, y lo único que habíamos hecho con ella era cortar salsichas. Pero debe admitirse que la navaja cortaba las salsichas muy bien".
John Steinbeck, Viaje a Rusia. Grupo Unisón Ediciones (en liquidación).
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