(Sesenta años tras la batalla de Cannas)
"La tercera y última guerra púnica fue querida por Catón el Censor y provocada por Masinisa. Ninguno de los dos estaba destinado a ver el fin de ella.
Masinisa fue uno de los más extraños personajes de la Antigüedad. Vivió hasta los noventa años, tuvo el último hijo a los ochenta y seis, y a los ochenta y ocho galopaba todavía al frente de sus tropas. Después de [la batalla de] Zama, había recuperado el trono de Numidia y, dado que Cartago se había comprometido con Roma a no hacer más guerras, no se cansaba de hostigarla con incursiones y rapiñas. Cartago protestaba, y Roma la hacía callar. Mas cuando hubo pagado la última de las cincuenta indemnizaciones que debía anualmente a la Urbe, se reveló ante aquellos abusos y atacó a Masinisa.
En Roma, mandaba, entonces, el partido de Catón. Éste terminaba siempre sus discursos, cualquiera que fuese el tema, con el habitual estribillo: "en cuanto al resto, creo que Cartago ha de ser destruida". El Senado, ayudado por él, vio en el incidente una buena ocasión, y no soló intimidó a los cartagineses a no tomar iniciativas, sino que exigió trescientos niños de familia noble para retenerlos como rehenes. Los niños fueron entregados entre los lamentos de las madres, algunas de las cuales se lanzaron a nado detrás de las naves que se los llevaban, pereciendo ahogadas. A poco, visto que la provocación no había bastado, los romanos pidieron la entrega de todas las armas, de toda la flota y de gran parte del trigo. Cuando también estas peticiones fueron aceptadas, el Senado exigió que toda la población se retirase a diez millas de la ciudad, que debía ser arrasada. Los embajadores cartagineses objetaron en vano que la Historia no había visto jamás semejante atrocidad y se echaron al suelo mesándose los cabellos y ofreciendo a cambio sus vidas.
No había nada que hacer. Roma quería la guerra y tenía que la guerra a toda costa.
Cuando estas cosas se supieron en Cartago, la muchedumbre enfurecida linchó a los dirigentes que habían entregado a los niños, a los embajadores, a los ministros y a todos los italianos que encontraron a mano. Después, enfurecidos y llenos de odio, llamaron a las armas a todos los hombres, incluidos los esclavos, convirtieron a cada casa en un fortín y en dos meses fabricaron ocho mil escudos, dieciocho mil espadas y treinta mil lanzas y construyeron ciento veinte naves.
El asedio, por tierra y por mar, duró tres años. Escipión Emiliano, hijo adoptivo del hijo del vencedor de Zama, alcanzó una incierta gloria, expugnando por fin la ciudad, donde durante seis días más, calle por calle, casa por casa, se siguió combatiendo. Hostigado por los francotiradores, que combatían desde tejados y ventanas, Escipión destruyó todos los edificios.
Los que por fin se rindieron fueron solamente cincuenta y cinco mil de los quinientos mil habitantes de Cartago.
[...]
Escipión pidió al Senado permiso para poner fin a aquella carnicería. Le fue contestado que no sólo Cartago, sino todas sus dependencias debían ser destruidas. La ciudad siguió ardiendo durante diecisiete días. Los pocos supervivientes fueron vendidos como esclavos. Y su territorio fue a partir de entonces una "provincia" designada con el nombre genérico de África."
Indro Montanelli, Historia de Roma.
2 comentaris:
ich versteh doch ein spanisch
wie wäre es mit einer googel-übersetzung für den ungebildeten teil deiner deutschen leserschaft?
Marcel, deine Wünsche sind Befehle für mich. Ich habe schon ein Übersetzer beigetragen. Aber meine Erfahrung ist dass diese kostenlose Übersetzer funktionieren sehr schlecht!
Aber Danke für deine Empfehlung.
C.
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