"Si vas néixer de la mar com la petxina
et voldria de la mar com vela blanca
oblidant-te un xic del fum que es despentina
i amb què el vers que em surt de dins se m’entrebanca."
Cristian Segura, Diari Avui. Inmigrants llatins: japonesos de segona.
(nota 1: aquest text va ser escrit fa gairebé 4 mesos. nota 2: informació més emocional sobre els nikkei, aquí)
Es una noticia a la que, antes de octubre, yo apenas hubiese prestado atención. Hubiese concluido: un departamento de ovnis cerrado, una tontería menos. Pero hace dos meses saltó a la prensa la noticia de que Robert Llimós había visto un platillo volante. El pintor Llimós estaba en Brasil, en Fortaleza, pintando dunas. De pronto vio un platillo que se acercaba e intentaba hipnotizarle. Como sus ocupantes no lo consiguieron, lo escanearon. Finalmente vio a dos seres de ojos grandes y rasgados. Explica Llimós que, hasta ese avistamiento, a él todo eso de los extraterrestres no le interesaba. Mantenía la misma distancia escéptica que mantiene la mayoría de la humanidad, a excepción de Sebastià d'Arbó y algunos otros. Por eso a Llimós le debe de ser fácil entender que la gente dude de sus palabras. A propósito de Llimós, semanas atrás Juan Bufill escribió en el suplemento Cultura/s de este diario: "Hasta hace unos días no había conocido a nadie que afirmara seriamente haber tenido contacto con alienígenas". Eso es exactamente lo que nos pasa a muchos con Llimós. Yo, de alienígenas he oído muchas historias, pero siempre de boca de gente que me la repampinfla. Pero, caray, Llimós es Llimós, un grandísimo pintor y escultor, una persona inteligente. Con Llimós he bebido en más de una ocasión y de dos, en bares y en alguna fiesta, e incluso he comido con él (en el hotel España de la calle Sant Pau, por ejemplo), y no me parece un tarambana. Por tanto, si Llimós dice que ha entrado en contacto con ellos, me lo creo, por mucho que el Ministerio de Defensa británico haya decidido pasar definitivamente. Lo que me gustaría, si Llimós vuelve a entrar en contacto, es que intente averiguar cuál es su situación en un asunto que últimamente me trae de cabeza, no sólo a mí, sino a mucha gente que conozco: ellos, los extraterrestres, ¿ven bien la TDT?
Quim Monzó, La Vanguardia. V: El retorno de los visitantes.
(ilustración de Robert Llimós)
"¿Cuál es la efectividad real de los preservativos en África? Si nos atenemos al prospecto de una caja de profilacticos, vemos que da las siguientes instrucciones: Mantener en un lugar fresco y seco, algo imposible con el clima del continente. También tener cuidado y no rasgar el producto con las manos. En fin, la manicura de África no destaca. Pero si a esto sumamos que los ciudadanos del tercer mundo no saben leer, el uso del preservativo puede ser un peligro.
El preservativo no es una medida 100% fiable contra el SIDA, existe un margen de entre 2 y 5% de usuarios del condón que podrían contraer igualmente la enfermedad del VIH. Pero si nos centramos en África, la funda elástica puede llegar a ser una auténtica trampa en favor de la enfermedad, que afecta ya a 40 millones personas en todo el mundo. Para una correcta conservación de los profilácticos se requieren lugares frescos y secos, pero la inmensa mayoría de las poblaciones de África no se encuentran precisamente en el desierto, único lugar seco aunque cálido. El clima del continente es generalmente uniforme y predominan los tipos cálidos debido a su posición en la zona tropical, el impacto de ciertas corrientes oceánicas y la ausencia de cadenas montañosas que sirvan de barrera climática.
Prácticamente toda la población del continente se encuentra en zonas donde el clima es eminentemente caluroso, lo que hace difícil la conservación de los preservativos. Además, en el mundo occidental lo normal antes de hacer uso del condón es leer las instrucciones convenientes. Pero si tenemos en cuenta que África tiene el índice de alfabetización más bajo del mundo, difícil es que sus ciudadanos comprendan el texto y puedan aplicar correctamente el producto. Aun enteniendo lo que leen es dudoso que los africanos lleguen a aplicar directrices como la de tener cuidado al desplegar la funda. Muchos habitantes de zonas rurales del continente negro tienen unas manos que pueden ser no aptas para la manipulación del preservativo, lo que hace evidente el peligro al que se enfrentan los países que apuestan por el profiláctico como medio de prevención de enfermedades.
La doctrina de la Iglesia sigue siendo clara y segura. No a la promiscuidad y que en toda relación primen los sentimientos."
Intereconomía.
My eyes met the driver’s in the rearview mirror. “How did you know?”.
-“Oh, we know the Second Prison folks pretty well. My father used to work there. Your brother is a Democracy Party guy, right?”
-“You know about them?”
-“Oh, yes, they want a multiparty system. How many years did he get?”
-“Nine. He’s halfway through.”
-“Getting any sentence reduction?”
-“Nope, because he doesn’t admit to any crime.”
The driver spat out the window. “What they did is no crime! But it’s useless to sit in a prison. Is he in touch with Wuer Kaixi?”
This gave me a start. Wuer Kaixi was a charismatic student leader of Tiananmen Square, who, after years of exile in the United States, now lives in Taiwan. “No! How could he be?”
-“But you know some foreigners, don’t you? You should tell your brother to get out, and get together with the folks in America and Taiwan. Most important thing is: get some guns! How can you beat the Communist Party? Only by armed struggle!”
-“That’s an interesting idea,” I said, taken aback and trying to hide it. “But then China would be in a war. It would make for bloody chaos.”
-“That would be great!” the driver said.
[...]
Gradually, a tacit consensus emerged, which was captured in the title of a book published in the late nineteen-nineties: “Gaobie Geming” (“Farewell, Revolution”). The book was written by two of the star intellectuals of the previous decade, Li Zehou, a philosopher and historian, and Liu Zaifu, a literary critic. Both men had been hugely influential figures during the movements that led up to Tiananmen. Both became involved with the Tiananmen demonstrations, and ended up living in the United States in the nineties. Yet their book was a scathing critique of the radicals and the revolutionaries. Looking back upon the past century of Chinese history, Li and Liu observed that attempts to bring about radical change had always resulted either in disaster or in tyranny. China was too big, its problems too numerous and complex, for any quick fix. Incremental reform, not revolution, was the right approach. In a separate article, Li also laid out four successive phases of development—economic progress, personal freedom, social justice, political democracy—that stood between China and full modernity. In other words, achieving real democracy wasn’t a matter of throwing a switch"
Zha Jiangying, The New Yorker. Enemy of the State.
John Seabrook, The New Yorker. Suffering souls.
Alex von Tunzelmann, Indian Summer.
(La teoria de l'iceberg is one year old. Thank you for reading us!)