Crucificados entre el maravilloso devenir histórico y la abominable fábrica de papá, abnegados, indefensos y resignados llevan su mala conciencia de señoritos como los cardenales su púrpura, a párpado caído humildemente; irradian un heroico resistencialismo familiar, una amarga malquerencia de padres acaudalados, un desprecio por cuñados y primos emprendedores y tías devotas en tanto que, paradójicamente, les envuelve un perfume salesiano de mimos de madre rica y de desayuno con natillas: esto les hace sufrir mucho, sobre todo cuando beben vino tinto en compañía de ciertos cojos y jorobados del barrio chino...
Juan Marsé. Últimas tardes con Teresa.
Juan Marsé. Últimas tardes con Teresa.
1 comentari:
Deberían auto-destruirse y levantar el edifico de nuevo en un solar vacío para saber quiénes son en realidad.
Publica un comentari a l'entrada