La élite tecnocrática e intelectual que forma el gobierno rebelde aspira a un Estado de derecho
capaz de integrar su economía con la europea, pero está tan metida en la dinámica bélica contra Gadafi, tan absorbida con gestionar el alzamiento, que ha dejado que los imanes le roben el terreno de la política. Gadafi nunca les permitió hablar de política. Ahora no hacen otra cosa. Los sermones de los viernes marcan las líneas de futuro. El pueblo, arrodillado, escucha y acepta.
"Hágame caso, conocemos muy bien a nuestro pueblo. Estamos todos unidos y no necesitamos
partidos políticos", dice el imán de una centenaria mezquita en el centro de Bengasi, mientras desgrana un proyecto de democracia directa, sin partidos políticos, que recuerda a la utopía que Gadafi no pudo alcanzar.
El imán nos recibió el jueves pasado después del rezo del mediodía con la condición de no revelar su nombre ni el del templo. No quiere problemas con las nuevas autoridades y aún teme a Gadafi. "Queremos que la charia sea la ley del Estado -explica-. Queremos una Constitución basada en la ley sagrada del Corán. Esto es lo correcto y así tendría que haber sido desde el principio".
Xavier Mas de Xaxàs, La Vanguardia. Arabia Saudí y no Turquía.
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