Escucha una gran idea: en la tierra hubo un día y en medio de la tierra había tres cruces. Uno que estaba en la cruz tenía tal fe que dijo a otro: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso". Terminó ese día, murieron ambos y pasaron de este mundo, pero no hallaron ni Paraíso ni resurrección. Lo dicho no se confirmó. Escucha: ese hombre era el más excelso de toda la tierra: fue para Él para lo que ésta fue creada. Sin este hombre, todo el planeta, con todo lo que hay en él, sería pura insensatez. Ni antes ni después de Él ha habido otro como Él, ni lo habrá nunca, ni siquiera de milagro. Y en eso consiste el milagro: en que no hubo ni habrá nunca otro como Él. Y si es así, si las leyes de la naturaleza no le exceptuaron ni siquiera a Él, si no exceptuaron su propio milagro, sino que le hicieron vivir en medio de la mentira y morir por una mentira, cabe concluir que todo el planeta es una mentira y está basado en una mentira, en una burla estúpida. De aquí se deduce que las leyes mismas del planeta son una mentira, una farsa diabólica. ¿Para qué vivir? Contesta, si eres hombre.
Fiódor Dostoyevski, Los demonios.
Fiódor Dostoyevski, Los demonios.
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