divendres, 25 de setembre del 2015

Crear una nova realitat

Isak Dinesen va escriure que tots els sofriments poden suportar-se si es poden explicar en una història. El governant té el poder d'explicar aquesta història. Si sap transformar els sacrificis i les esperances en un relat convincent, tindrà el lideratge assegurat. Com va dir Napoleó: "Només es pot governar un poble oferint-li un futur. Un governant és un venedor d'esperances".

[...] En una època més agitada que la nostra, George Orwell va escriure: "El llenguatge polític –i amb variacions això és cert en tots els partits polítics, dels conservadors als anarquistes– està concebut per fer que les mentides sonin com veritats i que l'assassinat sigui respectable, i per donar aparença de solidesa a la pura xerrameca". A diferència del que passava als països totalitaris als quals es referia Orwell, en una democràcia els dirigents polítics no solen assassinar ningú, de manera que podem prescindir d'una part de la seva observació. Però la resta continua sent vàlida. El llenguatge polític, de vegades, té per objectiu transformar la realitat. El polític, com el poeta, aspira que, en donar a una cosa un nom diferent del que té, es converteixi en una altra cosa. És cert que aquesta operació pot servir perquè les mentides semblin veritats, per donar una pàtina de respectabilitat a accions impopulars o poc confessables, per disfressar aspectes desagradables de la realitat sota el mantell hipòcrita de l'eufemisme o per apartar del camp visual temes inoportuns. Es parla d'alguna cosa i així no cal parlar de la que no es vol parlar. Però també pot servir per millorar la realitat i facilitar la convivència. "La civilització –escriu Fernando Pessoa– consisteix a donar a una cosa un nom que no li correspon, i després somiar sobre el resultat. I realment el nom fals i el somni veritable creen una nova realitat. L'objecte es fa realment un altre, perquè l'hem convertit en un altre. Manufacturem realitats. La matèria primera continua sent la mateixa, però la forma, que l'art li va donar, deixa efectivament de ser la mateixa. Una taula de pi és fusta de pi però és també taula. Seiem a taula, i no al pi".


Carles Casajuana, Les lleis del castell.

dijous, 24 de setembre del 2015

Solo él mira hacia el futuro




Miren qué buena condición sigue teniendo,
qué bien se conserva
en nuestro siglo el odio.
Con qué ligereza vence los grandes obstáculos.
Qué fácil para él saltar, atrapar.

No es como otros sentimientos.
Es al mismo tiempo el más viejo y más joven.
Él mismo crea las causas
que lo despiertan a la vida.
Si duerme, no es nunca un sueño eterno.
El insomnio no le quita fuerzas, se las da.

Con religión o sin ella,
lo importante es arrodillarse en la línea de salida.
Con patria o sin ella,
lo importante es arrancar a correr.
Lo bueno y lo justo al principio.
Después ya agarra vuelo.
El odio. El odio.
Su rostro lo deforma un gesto
de éxtasis amoroso.

Ay, esos otros sentimientos,
debiluchos y torpes.
¿Desde cuándo la fraternidad
puede contar con multitudes?
¿Alguna vez la compasión
llegó primera a la meta?
¿Cuántos seguidores arrastra tras de sí la incertidumbre?
Arrastra solo el odio, que sabe lo suyo.

Talentoso, inteligente, muy trabajador.
¿Hace falta decir cuántas canciones ha compuesto?
¿Cuántas páginas de la historia ha numerado?
¿Cuántas alfombras de gente ha extendido,
en cuántas plazas, en cuántos estadios?

No nos engañemos,
sabe crear belleza:
espléndidos resplandores en la negrura de la noche.
Estupendas humaredas en el amanecer rosado.
Difícil negarle patetismo a las ruinas
y cierto humor vulgar
a las columnas vigorosamente erectas entre ellas.

Es un maestro del contraste
entre el estruendo y el silencio,
entre la sangre roja y la blancura de la nieve.
Y ante todo, jamás le aburre
el motivo del torturador impecable
y su víctima deshonrada.

En todo momento, listo para nuevas tareas.
Si tiene que esperar, espera.
Dicen que es ciego. ¿Ciego?
Tiene el ojo certero del francotirador
y solamente él mira hacia el futuro
con confianza.


Wislawa Szymborska, El Odio.

dimarts, 15 de setembre del 2015

All the ghosts have assembled

The surgery began at nine in the morning and continued late into the night. Brain surgery is slow and dangerous, and removing a tumor can be like defusing a bomb. Often, surgeons look through a microscope and use long-handled, fine-tipped instruments to pull the tumor away from the brain before removing it with a sucker. A quarter of the body’s blood courses through the veins and arteries of the brain; if one of them is torn, bleeding and stroke can result. It’s also possible to remove important parts of the brain by accident, because brain tissue and tumor tissue look pretty much the same. Unlike the rest of the body, the brain and the spinal cord rarely heal. If a neurosurgeon makes a mistake, the damage is often permanent.
By midnight, Henry Marsh and his team had removed almost all of the tumor. The atmosphere in the operating theatre was relaxed and celebratory; the surgical team paused for cigarette breaks and listened to Abba and Bach. “I should have stopped at that point, and left the last piece of tumor behind,” Marsh writes in his memoir, “Do No Harm” (Thomas Dunne). Instead, he ventured further—he wanted to be able to say that he had taken it all out. “As I started to remove the last part of the tumor,” Marsh writes, “I tore a small perforating branch off the basilar artery, a vessel the width of a thick pin. A narrow jet of bright red arterial blood started to pump upwards.” The basilar artery carries blood to the brain stem, which regulates the rest of the brain. Marsh quickly stopped the bleeding, but the oxygen deprivation was enough to irreparably damage the man’s brain stem, and he never regained consciousness.

dimecres, 9 de setembre del 2015

Filosofía histérica de la historia

Trabajad para la eliminación de males concretos, más que para la realización de bienes abstractos. No pretendáis establecer la felicidad por medios políticos. Tended más bien a la eliminación de las desagracias concretas. O, en términos más prácticos: luchad para la eliminación de la miseria por medios directos, por ejemplo, asegurando que todo el mundo tenga unos ingresos mínimos. O luchad contra las epidemias y las enfermedades creando hospitales y escuelas de medicina. Luchad contra el analfabetismo como lucháis contra la delincuencia. Pero haced todo esto por medios directos. Elegid lo que consideréis el mal más acuciante de la sociedad en que vivís y tratad pacientemente de convencer a la gente de que es posible librarse de él.
Pero no tratéis de realizar esos objetivos indirectamente, diseñando y trabajando para la realización de un ideal distante de una sociedad perfecta. Por mucho que os sintáis deudores de su visión inspiradora, no penséis que estáis obligados a trabajar por su realización o que vuestra misión es abrir los ojos de otros hacia su belleza. No permitáis que vuestros sueños de un mundo maravilloso os aparten de las aspiraciones de los hombres que sufren aquí y ahora. Nuestros congéneres tienen derecho a nuestra ayuda; ninguna generación debe ser sacrificada en pro de generaciones futuras, en pro de un ideal de la felicidad que nunca puede ser realizado. En resumen, mi tesis es que la miseria humana es el problema más urgente de una política pública racional, y que la felicidad no constituye un problema semejante. El logro de la felicidad debe ser dejado a nuestros esfuerzos privados