dissabte, 18 de setembre del 2021

¿Quieres gusanitos?

Cuando me giro, el niño no está.

Estiro el cuello para mirar hacia el final del pasillo, busco tras las estanterías y en los corredores contiguos. Corro hacia la zona de los helados, me voy angustiando y lo llamo a media voz. Se detiene el hilo musical y suena el tono de campanas que precede al cambio de turno de cajas o a las ofertas de última hora. En lugar de eso, dicen mi nombre, no el del niño, sino el mío, dejando claro así que no es un hijo el que se ha despistado sino una madre la que ha perdido a su hijo. La chica de la caja número tres lo tiene sentado encima. Tiene unos pechos enormes, las mejillas suaves y la sonrisa pequeña y redonda; parece mucho mejor madre que yo. Le grito al pequeño que por qué se ha separado de mí. La cajera me increpa que no le riña. Me mira las manos, las miro yo, aún llevo las dos botellas de vino. Ella le pregunta al pequeño si está asustado, si ya se encuentra mejor, si quiere unos caramelos. Por un momento temo que mi niño conteste que no quiere volver conmigo y que ella llame a asuntos sociales. No me lo devolverán sin un examen psicológico, y no sé yo si yo lo pasaría. Mi Tinieblo, el Escritor y mi vecina testificarían en mi contra. Y quizás sería lo mejor para él y para todos. Porque lo perdí de vista, porque no presto atención hacia fuera, porque no sé salir de aquí dentro. Les digo que lo siento mucho, que lo siento mucho de verdad. "Mamá, no llores, ¿quieres gusanitos?".


Silvia Hidalgo, Yo, mentira.

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